Después de haber hecho muchos amigurimis, por fin me decidí por un muñeco de tamaño superior. Tocó devolverle la vida a un muñeco de mi infancia que me traía entrañables recuerdos pero del que solo conservaba la cabeza de goma.
El cuerpo original era de tela y se había ido deteriorando (el uso, la polilla,...) hasta que terminó en la basura, pero esa carita con esa mirada se conservó en un cajón. Yo ya lo había heredado de segunda mano de una vecina bastante mayor, así que, haceros una idea de la edad del duende...
Originalmente era en tonos oscuros pero, en esta ocasión, escogió unos atuendos de colores más divertidos.
Está hecho a ganchillo, en puntos altos, calculando sobre la marcha los puntos para buscar las proporciones de las piezas, rellenas con fibra de algodón para cojines, y unidas con aguja.
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