Cada vez que voy a la playa vuelvo cargada de conchas y piedras que me encantan y voy recogiendo. Muchas aún esperan guardadas y otras van cobrando forma con diferentes resultados.
Los motivos por los que me atraen pueden ser muy diversos y, para que veáis que también es posible descubrir belleza en lo imperfecto, os muestro un ejemplo: el colgante que conseguí con los restos de varias conchas rotas que tampoco me resistí a recoger.
Bien combinadas, con unas capas de brillo y unas arandelas...se insertan en un cordón y nos permiten llevar un trozo de nuestro propio océano a cuestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario